Creo que es buen momento de volver a hablar de crisis climática. Te voy a enseñar dos mapas:
Este de The New Humanitarian es de junio, muestra dónde estaban las 45 millones de personas en necesidad de ayuda por causa de las sequías entonces.
Este otro, sin embargo, es de hace solo unos días y muestra cómo están afectando las lluvias en estas últimas semanas. Que llueva ahora, sobre todo en el este de África, es normal. Que llueva tanto, no. Las lluvias o las pocas lluvias son causa de un fenómeno que se llama El Niño o La Niña y que seguro que has oído hablar de él. La relación entre estos efectos y la crisis climática aún es objeto de estudio. Aquí un explanatorio de la BBC. Pero más allá de los datos meteorológicos, quiero que nos fijemos en el impacto de quienes lo sufren.
Benjamin Galwaha es un pastor keniano que vive en el norte, en la frontera con Etiopía. También tienen una tienda de alimentación y alquilan varios apartamentos. Tienen que mantener a tres hijos y además se están encargando de otros cuatro de otros miembros de su familia. Vendió parte de su ganado para empezar su tienda, y cuando consigue beneficios de las ventas, compra más; pero con la sequía que había hasta que llegaron las inundaciones ha perdido cinco vacas y varias cabras, además sus vecinos están igual, por lo que se nota en las ventas.
Es una de las historias que recoge The New Humanitarian en este diario. La subida de los precios de la comida es solo una de las consecuencias de la crisis climática. Los desplazados, otra. No hay números concretos de cuántas personas son forzadas cada año de irse de sus hogares por el cambio climático, pero el número de desplazados en el mundo es más alto que nunca. Como cuentan Lola Hierro y Rodrigo Silva, es difícil determinar dónde está la frontera entre el que migra tras resultar directamente afectado por un desastre y el que se marcha por razones económicas cuando estas vienen del cambio climático.
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